3 oct., 2017
El mercado de las aplicaciones móviles sigue creciendo y lo hace de manera exponencial, y el sector de la salud no queda fuera de este fenómeno. La llamada mHealth, donde las apps de salud son la base, genera un interés cada vez mayor por parte de los profesionales sanitarios, pero también del público en general. Sin embargo no todo es válido. La calidad, utilidad médica y contribución real a la mejora de la salud no siempre es demostrable en todas las aplicaciones.
Entre las conclusiones más significativas del último estudio publicado por research2guidance sobre el estado y tendencias de la salud móvil (mHealth App Developer Economics 2016) destaca el hecho de que el mercado de apps de salud está saturado, ya que a pesar de aumentar el número de aplicaciones de salud de forma notable, el ritmo de descargas de las mismas no evoluciona de la misma manera.
Una de las grandes ventajas de la salud digital o eSalud es la enorme accesibilidad a la información médica, tanto para beneficio del profesional como para el empoderamiento de los pacientes. Sin embargo, la actual saturación del mercado de las apps de salud trae consigo sustanciales problemas para pacientes y profesionales médicos; los primeros por no saber qué app elegir o de cuál fiarse y de cual no; los segundos por la inmensa cantidad de opciones a evaluar para ser susceptibles de prescripción en sus consultas.
Recientemente, la Asociación de Investigadores en Salud (AIES) ha realizado una revisión de estudios con motivo del II Hackathon Nacional de Salud, donde ha alertado de que la mayoría de las apps de salud suspenden en seguridad y rigor científico. A lo largo del simposio se reveló que existen alrededor de 300.000 apps de salud y que la mayoría de ellas no cumplen con los estándares de seguridad ni cuentan con la suficiente validez científica. Concretamente, en el caso de las apps de ejercicio y alimentación, que son las peor paradas en cuanto a calidad pero las más descargadas, existen estudios que demuestran que existen fallos de precisión en los cálculos de parámetros como distancias cubiertas, pasos dados, velocidad mantenida o gasto energético consumido. Otro caso a considerar es el de la investigación de la Universidad de Murcia con apps de embarazo, donde ninguna de las 33 aplicaciones analizadas satisfacía criterios de calidad científica.
Por otra parte está la seguridad de estas apps, entendida desde un punto de vista más técnico y de recopilación y tratamiento de datos. Según datos de la empresa Arxan el 90% de las aplicaciones de salud son vulnerables.
CONTROL DE CALIDAD EN LAS APPS DE SALUD
Ante la abrumadora cantidad de aplicaciones de salud disponibles, está claro que pacientes y profesionales sanitarios necesitan de una ayuda en forma de certificado que avale la calidad y el rigor científico de las mismas.
A nivel de Europa existe reglamento para la clasificación y cualificación de algunas apps de salud que deben ser calificadas como producto sanitario según la definición que contiene la Directiva 93/42/CE. En el caso de España existen dos organismos que ya han establecido un marco conceptual para regular y evaluar este tipo de apps con su correspondiente certificación: el distintivo AppSaludable, desarrollado por la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía, y el Índice iSYScore, desarrollado por la Fundación iSYS.
Más información en:
Entre las conclusiones más significativas del último estudio publicado por research2guidance sobre el estado y tendencias de la salud móvil (mHealth App Developer Economics 2016) destaca el hecho de que el mercado de apps de salud está saturado, ya que a pesar de aumentar el número de aplicaciones de salud de forma notable, el ritmo de descargas de las mismas no evoluciona de la misma manera.
Una de las grandes ventajas de la salud digital o eSalud es la enorme accesibilidad a la información médica, tanto para beneficio del profesional como para el empoderamiento de los pacientes. Sin embargo, la actual saturación del mercado de las apps de salud trae consigo sustanciales problemas para pacientes y profesionales médicos; los primeros por no saber qué app elegir o de cuál fiarse y de cual no; los segundos por la inmensa cantidad de opciones a evaluar para ser susceptibles de prescripción en sus consultas.
Recientemente, la Asociación de Investigadores en Salud (AIES) ha realizado una revisión de estudios con motivo del II Hackathon Nacional de Salud, donde ha alertado de que la mayoría de las apps de salud suspenden en seguridad y rigor científico. A lo largo del simposio se reveló que existen alrededor de 300.000 apps de salud y que la mayoría de ellas no cumplen con los estándares de seguridad ni cuentan con la suficiente validez científica. Concretamente, en el caso de las apps de ejercicio y alimentación, que son las peor paradas en cuanto a calidad pero las más descargadas, existen estudios que demuestran que existen fallos de precisión en los cálculos de parámetros como distancias cubiertas, pasos dados, velocidad mantenida o gasto energético consumido. Otro caso a considerar es el de la investigación de la Universidad de Murcia con apps de embarazo, donde ninguna de las 33 aplicaciones analizadas satisfacía criterios de calidad científica.
Por otra parte está la seguridad de estas apps, entendida desde un punto de vista más técnico y de recopilación y tratamiento de datos. Según datos de la empresa Arxan el 90% de las aplicaciones de salud son vulnerables.
CONTROL DE CALIDAD EN LAS APPS DE SALUD
Ante la abrumadora cantidad de aplicaciones de salud disponibles, está claro que pacientes y profesionales sanitarios necesitan de una ayuda en forma de certificado que avale la calidad y el rigor científico de las mismas.
A nivel de Europa existe reglamento para la clasificación y cualificación de algunas apps de salud que deben ser calificadas como producto sanitario según la definición que contiene la Directiva 93/42/CE. En el caso de España existen dos organismos que ya han establecido un marco conceptual para regular y evaluar este tipo de apps con su correspondiente certificación: el distintivo AppSaludable, desarrollado por la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía, y el Índice iSYScore, desarrollado por la Fundación iSYS.
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